Era invierno, verano y otoño a la vez.
tenía en el cuerpo un sueño olvidado
una música de jazz empedernida
un silencio que gritaba despavorido.
Me pregunté dónde nacen los dolores,
Cuándo se terminan los recuerdos,
En qué dimensión yacen los fracasos
y por dónde se escurre la esperanza.
Estaba dormida, cálida, abrupta.
Por debajo de su ser, otro ser pregonaba
No recuerdo cuán brusca fue mi ira
Que por la mañana intentó rescatarla.
Ni la moral, ni el ego, ni el insomnio
Se llevan de los malos tragos la palabra
Que como lanzas de indios en su tierra
Se defienden de la invasión traidora.
Se juntan como estruendos y se separan
Para formar frases hirientes dislocadas,
Por eso fue mi silencio posterior, amor…
No se me había enmudecido el alma.