Existen rostros que se desdibujan bajo el cielo emergente
Que sienten frío en el abrazo duro de cada invierno voraz.
Existen almas que no entienden por qué Dios ha muerto
Y verdugos que se quedan sonrientes de verlos llorar.
Existen silencios que rozan los labios de un artista olvidado
Y la voz del tango que comienza, otra vez, a cesar.
Existen sirenas que construyó la mente de un niño
Y el viejo sonido de un barco cruzando la mar.
Miles de objetos se enhebran para construir este mundo
Como resortes viejos bajo un escenario de actores
Y los discos rayados comienzan a dar melodías
De poetas que han muerto en tierras lejanas.
Una flecha de indio atravesó poderosamente mi alma,
Un sacerdote católico intentó exorcizar mi sonrisa
Mientras que la ciudad dormía y el niño seguía descalzo
un viejo delirio estridente, le gritó al mundo: ¡viva la muerte!