jueves, 8 de octubre de 2009

Perdón Nietzcsche


“Los famas para conservar sus recuerdos proceden a embalsamarlos en la siguiente forma: Luego de fijado el recuerdo con pelos y señales, lo envuelven de pies a cabeza en una sábana negra y lo colocan parado contra la pared de la sala, con un cartelito que dice: "Excursión a Quilmes", o: "Frank Sinatra".
Los cronopios, en cambio, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio y cuando pasa corriendo uno, lo acarician con suavidad y le dicen: "No vayas a lastimarte", y también: "Cuidado con los escalones." Es por eso que las casas de los famas son ordenadas y silenciosas, mientras en las de los cronopios hay una gran bulla y puertas que golpean. Los vecinos se quejan siempre de los cronopios, y los famas mueven la cabeza comprensivamente y van a ver si las etiquetas están todas en su sitio.” J.Cortazar


Apolo acompañaba y dirigía a Dios en su creación del mundo en siete días mientras Dionisos observaba una pequeña partícula que encontró entre sus idas y vueltas.
En perfecto orden los siete días del almanaque se iban llenando de la equitativa armonía y en jerarquías decrecientes, se comenzaba a observar un hermoso paisaje de paz y de las más hermosa Pachamama. Dionisos no perdió tiempo, toco la partícula y ocurrió: Una gran explosión consecutiva de partículas iban chocando en el más vertiginoso caos que terminaban por destruir lo que antes era una porción ínfima de materia, para convertirla en ese universo de eterna expansión. De aquí deriva la segunda ley de la termodinámica: “el universo se rige de la entropía.” La entropía también se puede considerar como una medida del desorden (espacial y térmico) del sistema. La segunda ley afirma que la entropía, o sea, el desorden, de un sistema aislado nunca puede decrecer. Por tanto, cuando un sistema aislado alcanza una configuración de máxima entropía, ya no puede experimentar cambios: ha alcanzado el equilibrio. La naturaleza parece pues “preferir” el desorden y el caos.
Cuando Apolo leyó los diarios mientras bendecía agradeciendo el pan de cada día y se encontró con semejante teoría, se dirigió a la edición del diario y publicó con la firma de los astrónomos británicos Hermann Bondi, Thomas Gold y Fred Hoyle : la teoría del universo estacionario. Consideraban insatisfactoria, desde el punto de vista filosófico, la idea de un repentino comienzo del Universo. Su modelo se derivaba de una extensión del “principio cosmológico”, que en su forma previa, más restringida, afirmaba que el Universo parece el mismo en su conjunto, en un momento determinado desde cualquier posición. El “principio cosmológico perfecto” de Bondi, Gold y Hoyle añade el postulado de que el Universo parece el mismo siempre. Plantean que la disminución de la densidad del Universo provocada por su expansión se compensa con la creación continua de materia, que se condensa en galaxias que ocupan el lugar de las galaxias que se han separado de la Vía Láctea y así se mantiene la apariencia actual del Universo (es la teoría de creación continua).
Dionisos declaró el súper clásico del domingo, con la noticia de tapa:
“La Teoría del caos”. Consistía en una teoría matemática que se ocupa de los sistemas que presentan un comportamiento impredecible y aparentemente aleatorio aunque sus componentes estén regidos por leyes estrictamente deterministas. El mundo natural muestra tendencia al comportamiento caótico. Por ejemplo, los sistemas meteorológicos de gran tamaño tienden a desarrollar fenómenos aleatorios al interaccionar con sistemas locales más complejos. Otros ejemplos son la turbulencia en una columna de humo que asciende o el latido del corazón humano.
Estas contradicciones crearon en los lectores una profunda desolación. Apolo se desnudaba como la imagen divinizada del principio de individualización, una apariencia estable en la que se encarnaba Dionisos para reflejarse en una pluralidad de formas. La luz de Apolo en la sociedad era mejor recibida que el estado de ebriedad de Dionisos y sus delirios místicos. Ambos poetas, llenaban tapas y tapas. Apolo prefería Ámbito Financiero o en el mejor de los casos cuando reinaba en él una veja de buen humor: La Nación. Su oponente terminó por imprimir gacetillas que llegaban debajo de la puerta de los vecinos por simple azar del viento (fuerza excluyente de dirección desconocida).
Apolo tuvo influencia del Titán Helio, quien parece haberle legado poder y la iluminada verdad. En la adolescencia era admirador de Borges y su sonoriedad perfecta del Aleph, libro que ocupaba el segundo lugar de su biblioteca, el primero lo ocupaba la divina Biblia.
Dionisio de pequeño fue duramente atacado por los Titanes, entre ellos: Cronos, la brillante Febe y Océano. Prefería a Cortázar y su surrealismo, cómo el neobarroco con su inestabilidad y metamorfosis que según el matemático francés René Thom, creador de la teoría de catástrofes en relación con la teoría del caos: Los monstruos no sólo generan inestabilidad; ellos mismos son también inestables, “formas informes”. Cuando éste se individualizaba a través de Apolo, tomaba las formas que ya estaban signadas por la muerte. Cada una de ellas no es la infinita Unidad primitiva sino una finita individualización de esa Unidad, por lo que, en sí misma lleva su fin. Es por la magia dionisíaca que concluyen las injusticias y murallas de la individualización y el hombre, que como hijo pródigo que regresa (aquella parábola que lee Apolo), puede reconciliarse con Pachamama y con el mismo TODO. Dionisos siempre y sin cesar nos revela la satisfacción de un goce primordial, en el juego de crear y destruir el mundo individual, semejante a como Heráclito comparaba la fuerza creadora del universo al juego de un niño que se divierte en hacer construcciones de piedra o montones de arena para después derribarlos.
(Apolo exigía orden, Videla toma la Biblia, guarda la constitución y procede a la limpieza. La moral andaba en las calles juntando jovenes descarriados…Pero Cortázar poseído de Dionisio tira la piedra a la Rayuela, para llegar al cielo en el primer impulso y volver a empezar una vez más, por el primer casillero, y así sucesivamente…)
El caos quería… en su eterna Unidad primordial a la Voluntad, quería… aunque sea querer la nada, que ya es querer algo.
(Quisiera poder pensar en nada, sólo que la nada invada mi pensamiento, entonces empiezo por querer no pensar en nada, y entonces pienso, pienso que no pienso en nada, pero no logro desprenderme de la nada, pues al pensar que no pienso, pienso – también me poseí-)
En la Totalidad se enfrentan los dioses una vez más: si el Devenir es un inmenso anillo, todo es de igual valor, eterno y necesario. En todas las correlaciones de Sí y No, de preferir y repudiar, de amar y odiar, sólo se expresa una perspectiva, un interés de tipos determinados de la vida: en un principio todo lo que es dice sí”. Gol en el tiempo extra: Ganó Dionisos.
No hay valores absolutos que puedan ser descubiertos y que tengan validez para cualquier tiempo y circunstancia. Los valores siempre muestran su relatividad a una vida que los ha creado para su provecho y para ejercer con ellos, poder sobre otras vidas.
Einstein debate con Dionisos y logra ver las dos caras de una misma moneda, la relatividad de cada una de ellas: ningún objeto del Universo se distingue por proporcionar un marco de referencia absoluto en reposo en relación al espacio. Cualquier objeto (por ejemplo, el centro del Sistema Solar) proporciona un sistema de referencia igualmente válido, y el movimiento de cualquier objeto puede referirse a ese sistema. Así, es igual de correcto afirmar que el tren se desplaza respecto a la estación como que la estación se desplaza respecto al tren. Este ejemplo no es tan absurdo como parece a primera vista, porque la estación también se mueve debido al movimiento de la Tierra sobre su eje y a su rotación en torno al Sol. Todo el movimiento es relativo.
El hombre cree que la verdad posee un valor absoluto y vale el sacrificio por ella. Este producto de la esclavitud es desmentido: “la verdad es la modalidad de error sin la cual una especie determinada de seres vivientes no podría existir. El valor para la vida es lo que decide en última instancia… El conocimiento funciona como un instrumento del poder.”
El bien y el mal proceden de la decisión de los seres nobles de dictaminarlos como tales, los miserables, como clones temerosos se arrinconan en moralidades absurdas y siguiendo una serie de mandamientos desenvuelven su vida. “Gott ist not”, ahora oremos al Superhombre. “El hombre es una cuerda tendida entre la bestia y el superhombre; una cuerda sobre un abismo: peligrosa travesía, peligroso caminar, peligroso mirar atrás, peligroso temblar y pararse. Lo grande del hombre es que es un puente y no una meta, lo que se puede amar en el hombre es que él es tránsito y derrota”
La irrupción del nihilismo en el hoy no es más que la culminación de un proceso que llevaba en sí embutida a la Nada. Dios y las ideas, los ideales y los valores absolutos del mundo trascendente no son sino un enmascaramiento de la Nada: el nihil está en ellos.
El eterno retorno termina por preguntarse: ¿Cuál es la actitud que debe tomar el superhombre frente al devenir? Y la respuesta es: la redención. “Rendir los pasados y transformar todo ´fue` en un: `así lo quiero yo´”.
Nietzche que nos acompañó todo éste viaje de la mano de Dionisos, termina por aferrarse un ratito a Apolo y su viejo cuento de “la otra mejilla”…
Cortazar renuncia a bajar la cabeza, Einstein hubiese inventado una nueva fórmula seguramente. Los cronopios suelen querer ser famas, cuando los golpes traspasan y tanto análisis te devora… hay que bancarse el ateísmo y el eterno retorno destruye el punto en que se une el principio y el fin. Pues sería siempre el mismo círculo.
Y si bien es cierto que todo es cíclico, como el agua, o los aniversarios… ese ritual de revivir lo mismo… los círculos se ubican como en un collar de perlas.
Pues, nunca es lo mismo, siendo aún lo mismo, y dos veces que crucemos el mismo río, ya no es el mismo. Pues una vez ya nadamos por allí. Y la eternidad termina siendo el mismo paraíso. Cambian los nombres, cambian las circunstancias, pero terminamos en otro círculo, con distintos dioses o metas, pero el mismo proceso… otra vez sopa. Apolo 1- Dionisos 1
(Empató el súper clásico)