Es un camino muy hondo y eterno
y mis pies caminan bajo tu sombra
la espera es como agua en deshielo
que con el tiempo, se evapora…
No es posible envasar tu risa
Ni llorar bajo tus lágrimas en crisoles
Se opaca la fortuna con tanta prisa
En el límite en que la razón aflora.
Fue mera casualidad que coincidimos
Bajo el mismo techo aquella tarde
había tantos defectos mensurados
que tus virtudes fueron como tropas.
La guerra se desató en campo abierto
de dos cuerpos que se nombran
Tu moldura fue el último pretexto
Que los vagos artistas atesoran.
No es el final de un principio
Ni el principio de un próximo final
Es una historia singular y eterna
Que se escribe sola y soberbia.
Es el cielo un sitio anhelado
De todos los que al amor lloran
Y son tus pupilas candelabros
De la noche que no muere tras las horas.
Cualquier palabra en este estado, sobra.
Todas las caricias, en este tiempo, son amargas
Cada hora es un tiro sobre mi alma
Que en tu ausencia se aniquila con memorias.
Te preguntaría tantas cosas…
Y si tu presencia fuera cierta,
Olvidaría mil encuestas
Y moriría al contemplarte.
No es que cambio una caricia por valuarte
Ni una canción por el silencio
Es como la veneración de un muerto
Hacia el Dios que promete el paraíso.
Por una tarde más, de tu bravura
Y un gesto errado y grosero
Dejaría en el camino lo que llevo
Y correría hacia ti, sin espesura.
Tu creación es digna del lamento
Y mis fundadores látigos del tiempo
Que me regalaron una sola virtud
la esperanza de lo imposible.
No pude amar a más nadie, de qué me sirve
Llorar y patalear a la distancia
Si tu ausencia es como daga que me hiere
Y se me clava en la esencia de mi karma.
Eternos desvaríos, me confieso…
Son los que me llevan hacia tu nombre
Que se inscribe como viento en los limones
Y perfora los arrecifes en primavera.
Te cambié un ‘Te amo’ por ‘café esclavo’
Y brindé por vos en las penumbras
Llegué al cielo amarrada de tu mano
Y juré amarte más allá de mi fortuna.
Eternidad te prometí aquella tarde
Como el único don que poseía
Y te aferraste a él, sin cortesía
Para nunca más devolverlo.
No pretendo un olvido ni un recuerdo
No pretendo volver a verte una mañana
Ni que entres por mi puerta en madrugada
Pidiendo que te abrace y no me aleje.
No te pido que renuncies a tus dones
Y me ames sin complejos ni matices
Sólo quiero que el mundo te arrope
Como nunca yo lo he conseguido.